EL PLAN DE MILEI EMPIEZA A CRUJIR: CRECE LA DESCONFIANZA Y EL FMI EXIGE CAMBIOS

La tensión cambiaria vuelve a exponer las fisuras del programa económico del gobierno. Mientras el mercado observa con inquietud el aumento de la deuda y la caída de reservas, el Fondo Monetario Internacional exige una corrección urgente que el equipo de Caputo intenta eludir con maniobras cada vez más costosas.

En la madrugada de este jueves, las alarmas se encendieron en el equipo económico de Javier Milei. Bajo el control directo del ministro Luis “Toto” Caputo, se ordenó intervenir con fuerza las mesas de dinero oficiales para evitar un salto abrupto del dólar, tanto en el segmento spot como en los contratos a futuro. El objetivo: mantener al tipo de cambio bajo control al menos hasta las elecciones de medio término.

Sin embargo, el margen de maniobra se estrecha. La misión técnica del Fondo Monetario Internacional —que esta semana llegó a Buenos Aires para auditar el cumplimiento del programa— fue tajante: el Gobierno debe dejar flotar libremente el dólar y avanzar hacia una unificación cambiaria real. Según fuentes consultadas por Agenda Energética, en el organismo estiman que, si se abandonara la intervención en los mercados de futuros, el dólar se dispararía hasta la franja de los 1.700 pesos.

Pese a esa advertencia, Caputo eligió seguir interviniendo. La contradicción es evidente: mientras el FMI exige liberar el tipo de cambio para favorecer la acumulación de reservas, el Gobierno lo plancha artificialmente por temor al impacto inflacionario. El resultado es una creciente tensión entre la administración libertaria y el organismo multilateral, que no disimula su malestar.

El detonante más reciente fue el dato de la balanza comercial del primer trimestre: un déficit de 5.200 millones de dólares, impulsado por un fuerte aumento del gasto en turismo y consumos en el exterior. En otras palabras, parte del último desembolso del Fondo —unos 12 mil millones de dólares— terminó financiando egresos que el programa buscaba contener. La falta de un tipo de cambio competitivo y la negativa oficial a sincerar el mercado están socavando los objetivos centrales del acuerdo.

Según datos oficiales, solo en mayo el Banco Central destinó 2.000 millones de dólares a frenar la suba del dólar futuro, cuadruplicando las intervenciones del mes anterior. Esta estrategia, que el Gobierno no reconoce públicamente, se convirtió en el eje de una negociación cada vez más tirante con los técnicos del FMI.

En Washington, el diagnóstico es claro: la estabilidad nominal que busca Milei está sostenida con alambres y no resiste sin reservas genuinas. Desde el Fondo insisten en que la única salida sostenible es un tipo de cambio único, libre y sin intervenciones. Pero el Ejecutivo teme que ese camino dispare los precios y termine de corroer la imagen del Presidente.

Mientras tanto, el plan que en un principio generó expectativa en ciertos sectores del mercado, empieza a mostrar signos de agotamiento. La combinación de endeudamiento acelerado, drenaje de divisas y desconfianza creciente sugiere que el experimento libertario enfrenta su prueba más difícil. Y esta vez, ni la motosierra ni la licuadora parecen ser suficientes.