MINERÍA 2021: UN AÑO CON SABOR AMARGO

Sin los acontecimientos del pasado diciembre en Chubut, esta nota debería titularse “Minería 2021: Un año con sabor a nada”. Un año con sabor a nada, es peor que uno malo. Porque el año malo puede atribuirse a uno o varios factores externos que han condicionado la actividad. Pudo haber sido malo por ejemplo el año 2013, donde las exportaciones mineras cayeron un 24 % con respecto al año anterior, producto del fuerte retroceso en la cotización de los commodities. También fue malo el año 2020, y se lo atribuimos a la pandemia.

Un año malo, puede revertirse con acciones concretas que puedan torcer el rumbo, o si los factores externos coadyuvan. Si se toma nota y conciencia, es posible.

Un año con sabor a nada, significa dejadez, pereza, desdén, inoperancia, desinterés. Así fue el año 2021 para la minería argentina para el caso de tomar un período de 11 (once) meses en lugar de 12 (doce), desde enero hasta noviembre. Es un escenario difícil de revertir, pues la pereza, el desdén, la inoperancia, son situaciones intrínsecas fuertemente arraigadas en las personas y en las organizaciones.

Pero no todo quedó allí. Lo que iba a ser un año con sabor a nada, pasó a ser amargo en diciembre –Chubut mediante-, donde una vez más se intentó hurtar con engaño, lo que la misma minería regaló en años previos. La pereza, el desdén y la inoperancia, de pronto se transformaron para cerrar el año en algo desagradable, penoso, aflictivo (amargo).

Si el sabor a nada es intrínseco, el amargo suma a lo anterior una descomposición casi irreversible, que no puede encontrar remedios en sí misma y se ha vuelto resistente a los antídotos externos.

Nadie duda de que el gobierno nacional que asumió en diciembre 2019 recibió con el nombre de “minería”, una oficina administrativa desmantelada que había perdido el rango primero de ministerio y luego hasta el de secretaría a partir del año 2018. La falta de jerarquía en la estructura del Estado como una insípida “secretaría de política minera”, no hizo más que desnudar el desinterés del anterior gobierno nacional por la minería, y que el actual se propuso revertir.

El 2020 de movida arrancó mal con lo ocurrido en Mendoza cuando se pretendió derogar la ley antiminería que rige en esa provincia. Nunca imaginó nadie que dos años después se cometería la misma puesta en escena en Chubut, y con el mismo –o inclusive peor- resultado. Digna reivindicación de una de las frases célebres de Herbert Marcuse: “Algunas veces, la repetición a modo de farsa puede ser más terrorífica que la tragedia original”

Y como si todo esto fuera poco, apareció en marzo de ese año la pandemia. A partir de allí la industria tuvo que adaptarse a estas circunstancias especiales y sortear todo tipo de inconvenientes, algunos de ellos bien resueltos.

Así las cosas, existían hacia finales del 2020 expectativas de un 2021 donde la minería podía revertir la inercia decadente de los últimos años, con énfasis en el grotesco de los años 2018/2019, y abandonar el stand by obligado del 2020. Así lo expresé en una nota en esta misma columna publicada en la Edición N° 252 Enero 2021 de Prensa GeoMinera y titulada “La minería cierra un año difícil, pero con expectativas a futuro”.

Un año después, lamentablemente tenemos que decir que esas expectativas no se cumplieron, y que la industria minera metalífera sigue sumida en su propia imaginación, cada vez más lejos de la realidad, y a años luz de la sociedad que no comparte el rumbo de este modelo minero. No es un problema solo de comunicación, el problema es que gran parte de la sociedad no quiere este tipo de minería.

Es inútil explicar por enésima vez la cantidad de minerales que tiene un celular, una computadora o un automóvil. Insistir con eso, es humillar a la gente. La gente conoce la utilidad de la minería, no comparte el modelo minero para extraer esos recursos minerales de nuestro territorio, y no confía en quienes serán los encargados de llevar a cabo la tarea y en quienes van a controlar la misma. ¿Tan difícil es darse cuenta de esto?. No, solamente hay que escuchar primero, leer después y finalmente interpretar los mensajes.

Entre las expectativas que habían asomado hacia finales del 2020, y que generaban expectativas para el 2021 –finalmente fallidas, algunas de modo fatal -, se encontraban:

-El trabajo de la provincia de Santa Cruz, de bajo perfil, que la convirtió en la principal provincia minera metalífera del país. No se tomó este ejemplo, se continúa referenciando a San Juan, provincia que cumplió 10 años sin poner un proyecto metalífero en producción. Una provincia que basa su propaganda política en “anuncios de inversiones”, los trillados “miles de millones que van a venir”, pero en la realidad, hace años que no concreta nada.

-La instalación del debate minero en la provincia de Chubut. Ya sabemos como fue el derrotero, no es necesario ahondar. La apocalíptica y no menos ridícula estrategia de las autoridades de la provincia en conjunto con la concesionaria del Proyecto Navidad, dejaron a Chubut al borde del exterminio minero.

-El esfuerzo individual de algunos actores y empresas en establecer una comunicación más horizontal y llana, sigue quedando en eso. La mayoría del sector sigue optando por publicitar cifras altisonantes, que además de nunca concretarse, irritan a la sociedad. A la gente no le interesa un anuncio de inversión millonaria sin conocer de donde proviene y que beneficio concreto dejará en la provincia y en el país. El concepto de participación ciudadana, sigue estando ausente en la comunicación.

-Continuaron los repetitivos seminarios y eventos mineros exclusivos, donde siempre concurren los mismos de siempre (pocos), exponen los mismos de siempre (sponsors), sobre los mismos temas de siempre (que no interesan) y se distribuyen entre los mismos de siempre premios (que carecen de sustento alguno). Seguimos esperando los eventos mineros gratuitos, abiertos a todo público, y con debates donde se encuentren representadas todas las voces. Ojalá a algún sponsor se le ocurra, así además de ahorrar dinero, será la mejor y novedosa publicidad.No hay que tenerle miedo a la gente.

-Sigue la ausencia de la Nación en el desarrollo y política minera. Pese a los rechazos en todo el país –inclusive en las provincias que no poseen leyes que prohíban la actividad minera-, al modelo de minería regalista de la época de la corona española, continúa el slogan “las provincias son dueñas de los recursos y deciden que hacer con la minería”. Frase que promueve la minería del unitarismo fragmentado, y no lo que necesita la Nación en su conjunto, y que ya lo hemos dicho y probado en diversas oportunidades inclusive desde estas columnas, carece de fundamento jurídico.

-Se mencionó en el 2020 desde la Secretaría de Minería la necesidad de un mercado de capitales locales de minería. Buena iniciativa, y en septiembre de 2021 la CNV abrió por 30 días el período legal para la presentación de opiniones y propuestas. Vencido el plazo largamente, nada se informó del tema. Una más para sumar a comunicación 0 (cero).

Para quienes gustan de los números, vamos con números reales, no con los “anuncios” que nunca suceden.El año 2021 cerró para Argentina con un crecimiento de las

exportaciones del 42 %, llegando a 78 MM de USD, casi igualando los 80MM de USD del 2012. Las exportaciones mineras en ese año alcanzaron el récord de 5400MM de USD, mientras en el 2021 no llegarán a 3000, encontrándose por debajo del 2019 (3200) previo a la pandemia. En el año 2010, la participación de la minería fue de casi 1,20 del PBI. Diez años después representa la mitad.

La conclusión, no es difícil de extraer: por más que se maquille, este modelo minero, no solo no hace crecer a la industria, sino que la ha llevado a un franco retroceso. Los exiguos números, poco representan para la economía del país (casi nada). En forma inversamente proporcional, mientras decrece, aumenta el rechazo de la sociedad con la consiguiente conflictividad social. Emulando a Dalí, los rimbombantes anuncios en la minería argentina, nunca suceden.

No nos confundamos. La gente no es antiminera, ni se deja manipular por la militancia anti. No rechaza la minería. Rechaza una forma de hacer minería, que es muy distinto. Hay que ofrecer otro menú. La fruta amarga, nunca madura dulce.